LA TRANSMISION DEL KESA
por Eihei Dōgen



Introducción

Den’e, La Transmisión del Kesa, y Kesa Kudoku, Los Méritos Espirituales del Kesa, son los tratados del maestro Eihei Dōgen (1200 – 1253) sobre el kesa, el manto del monje budista, incluidos en el Shōbogenzō, su gran obra sobre el budismo Zen.

Den’e, el escrito más antiguo de los dos, se basó en un kusen, “enseñanza del Dharma”, que impartió Dōgen a su sangha, mientras que Kesa Kudoku aparentemente fue escrito para cubrir, con mayor detalle, ciertas cuestiones planteadas en el primero y así mejorar lo inicialmente expuesto.

Ambos fueron escritos con posterioridad a su regreso de China (1227). Su objetivo era muy claro: explicar el interés y valor del manto budista a legos y a monjes, dando cuenta exacta de sus cualidades y características según la herencia transmitida de maestro a discípulo desde el mismo Buda Shakyamuni.

Dōgen conoce en China, de su maestro Tendō Nyōjo (ch. Tiāntóng Rújìng), cómo es el verdadero kāsayā budista, cómo debe confeccionarse, y cómo se le debe venerar. Y lleva a Japón esa ancestral tradición heredada, nacida en la India y llevada a China por el 28 patriarca del budismo, Bodhidharma, defendiéndola ante legos y monjes, habituados a un manto muy adulterado por el paso de los siglos y unas enseñanzas poco cuidadosas.

En el texto, Dōgen insiste en la expresión “aceptar y cuidar el kesa” (jp. Juji): el kesa no es algo que deba ser guardado bajo llave en un arcón, sino que es la enseñanza viva del Buda. Según Dōgen hay que darle un uso vivo, hay que portarlo, porqué transmite serenidad en quien lo porta y respeto a quien lo ve. Es un manto físico, que cubre del frío o del sol, pero también es un manto espiritual, ilimitado.

Ante un budismo en exceso ritualizado y adulterado por tradiciones locales o deformaciones introducidas por pareceres y opiniones de monjes, Dōgen defiende lo que para él es la verdadera enseñanza del Buda: la Meditación (el Zen) y el kesa. Kesa y zazén son una misma cosa.

No siempre comprendido, incluso en su época, Dōgen insiste en sus postulados, que son los aprendidos en China de su maestro Tendō Nyōjo, heredados de generación en generación, exactamente, sin añadidos particulares de ningún maestro. Transmitidos cara a cara. De ahí la razón de esos dos libros, Den’e y Kesa Kudoku. Para hacer entender a su propia sangha la importancia del tema, y para convencer a las demás escuelas budistas de su error aplicando otras fórmulas meditativas distintas al zazén, la meditación sentada del Buda, y portando un kesa que no se parecía en absoluto al confeccionado por Buda y sus primeros discípulos.

El kesa es la enseñanza del Buda del Camino Medio. Ni riqueza ni mortificación austera. Una meditación justa, en una postura adecuada y con un vestido adecuado, ni desnudo ni lujoso, sino simple, realizado a partir de harapos, trabajado por el propio monje entre meditación y meditación, como símbolo de su compromiso de velar por la salvación de todos los seres vivos, el camino del bodhisattva. Confeccionado a partir de retales rectangulares, como los campos de arroz asiáticos, llenos de semillas por germinar. De un color indeterminado, que los puede abarcar a todos, como los brazos dela compasión. Que se crea y se destruye según el paso del tiempo, de la impermanencia de las cosas de la presente existencia.

Por otra parte, el kesa es símbolo por excelencia del Maestro, antes de que en el siglo I aC, los artistas indo-griegos de Gandhara inventaran la imagen del Buda. Es el símbolo por antonomasia del monje budista.

Den’e y Kesa Kudoku comparten temas comunes e incluso algunos pasajes similares o idénticos, y también poseen pasajes especialmente únicos, por lo que sus lectores encontraran que, a pesar de las repeticiones, la lectura de ambos vale la pena, ni que sea para captar la sentida emoción interior que el maestro Dōgen transmite en sus palabras

Josep Manuel Sō-Sen Campillomonje budista zen



  
  



DEN’E
La Transmisión del Kesa
Eihei Dōgen


El manto y el Dharma que los budas transmitieron correctamente a otros budas, sin lugar a dudas, solamente fueron debidamente transmitidos a China por el más alto patriarca, Bodhidharma, en el monasterio de Shorin-ji. Este patriarca tan elevado fue el antiguo maestro de la vigésima octava generación que sucedió al Buda Shakyamuni. Veintiocho generaciones en la India pasaron este manto y el Dharma en sucesión, y luego éstos fueron debidamente transmitidos a China a través de seis generaciones. Todos juntos integran treinta y tres generaciones entre India y China (1).

El trigésimo tercer patriarca, el maestro de meditación Daikan Enō (2), recibió la transmisión de este manto y del Dharma en el monte Obai, a la medianoche, y los protegió durante toda su vida. Hoy en día, este manto está resguardado de manera segura en el Templo de Hōrin-ji, en el monte Sokei (3). Diversas generaciones de emperadores pidieron respetuosamente que fuera llevado a la corte, donde era venerado y se le hacían ofrendas. Era tratado como algo protegido por espíritus guardianes sobrenaturales. Tres emperadores de la dinastía de los Tang -Chu-tsung, Su-tsung, y T'aitsung (4)- ordenaron en diversas ocasiones que fuera llevado a la corte para que lo pudieran venerar y hacerle respetuosas ofrendas. Y cuando era devuelto, los emperadores situaban al frente a un emisario imperial que lo acompañara, sustentado de su correspondiente decreto. Esto es testimonio de su gran respeto.

Una vez, el Emperador T'ai-tsung emitió el siguiente edicto para devolver el manto de Buda al Monte Sokei: "Me complace confiar al comandante general Liu Chung-ching, Pacificador de la Nación, el retorno de esta túnica con todas las atenciones. Declaramos este manto tesoro nacional. Venerable Abad, ruego que le sea dada forma segura en su templo, colocándolo bajo el riguroso cuidado y protección de los monjes de su comunidad que lo ha recibido desde el principio de nuestra religión, y sin dejar que caiga en el olvido". Con esta actitud, los emperadores de diversas generaciones lo consideraron como un importante tesoro nacional. En verdad, quien protege este manto del Buda en su país tiene tan gran tesoro que supera incluso a los que puedan dominar cualquiera de los mil veces tres mil grandes mundos, incontables como las arenas del Ganges. Es algo que supera a la misma joya de Pien-ho (5). Aunque existiera una preciosa joya que sirviera de sello imperial para una entronización, ¿cómo se podría comparar ésta con el tesoro maravilloso que representa la budeidad?

Desde la gran dinastía Tang, los monjes y laicos que han observado reverentemente este manto y se han inclinado ante él han tenido, sin duda, una gran capacidad de fe en el Dharma. Si no hubieran recibido ayuda por lo bueno que fuera hecho en vidas anteriores, ¿cómo podrían haber recibido un cuerpo que hubiera hecho posible su búsqueda, y reverentemente inclinarse ante el manto de Buda transmitido directamente de buda a buda? La piel y la carne, los huesos y la médula de los que lo aceptan con fe se deleitan con él. Los que no puedan aceptar esa fe, a pesar de que sea el resultado de su propia práctica, lamentarán la ausencia de esta semilla de la Budeidad.

Incluso la gente común dice: "Ver lo que hace cada día una persona es ver verdaderamente tal como es". Mirar con respeto e inclinarse ante el manto de un Buda, con total humildad, es ver al Buda en ese instante. Debemos levantar cientos de miles de millares de estupas (6) como ofrenda y veneración a la túnica del Buda. Todo ser que posea una mente, ya sea en lo alto de los cielos o en lo profundo de los océanos, tiene que respetarla intensamente. Cualquier ser humano, incluso los piadosos que rigen vastos imperios, puede discernir sobre lo que es verdad y reconocer lo que es superior y apreciarlo.

No obstante, triste es reconocerlo, algunas de las estirpes que se convirtieron en regentes de China en las generaciones posteriores no se percataron del enorme tesoro que tenían en su propio país. De hecho, engañados y cautivados a menudo por la enseñanza taoísta, muchos abandonaron el Dharma del Buda. Ya no se pusieron el kesa sino el tocado taoísta sobre sus calvas afeitadas y, cuando pronunciaban una conferencia, su intervención trataba sobre cómo prolongar la duración de la vida. Esto ocurrió durante las dinastías Tang y Song. A pesar de que dichos personajes fueron considerados gobernantes de sus naciones, deberían haber tenido mejor base para cualquiera de sus temas.

Debéis apreciar con calma si el manto de Buda ha venido a morar en nuestro país y si está presente aquí y ahora. Y también haríais bien en reflexionar sobre si la nuestra pudiera ser una Tierra de Buda para este manto, ya que es más valioso que cualquier reliquia de cenizas o algo así. De cenizas las tenemos las de reyes de vastas tierras, de leones, de gente común, y también de pratyekabudas (7) y similares, pero los reyes poderosos no tienen un kesa, ni tampoco los leones, ni la gente común: hay que aceptar con fe profunda que los budas sólo poseen el kesa.

Hoy día hay necios que ofrecen un elevado precio por una gran cantidad de reliquias en forma de ceniza, pero en cambio no saben nada del kesa, ni mucho menos de la manera cómo se debe cuidar y cuidar. Ello es debido a que son pocos los que han oído hablar de la importancia del kesa o, incluso, hasta es posible que no hayan aprendido nada sobre la verdadera transmisión del Dharma de Buda.

Cuando, detenidamente, tomamos en consideración el tiempo pasado desde que el Venerable Shakyamuni estuvo en el mundo, comprobamos que son unos dos mil años. Muchos de nuestros tesoros nacionales y de los antiguos artilugios sagrados que han llegado hasta nosotros son mucho más viejos: el Dharma del Buda y el manto del Buda son más recientes y más cercanos a nuestros tiempos. Como observa el Sutra del Loto, los beneficios espirituales que surgen de la difusión de las enseñanzas del Buda son maravillosos, y no importa cuán ampliamente sea propagada la Enseñanza por campos o ciudades, ni siquiera si una persona la enseña a otros cincuenta. Los tesoros nacionales y los artilugios sagrados tienen sus méritos, pero los méritos del manto del Buda nunca pueden ser inferiores, ni tan solo iguales, ya que esta túnica ha sido verdaderamente transmitida por auténticos descendientes en el Dharma.

Tened en cuenta que podemos realizar la Vía cuando oímos las cuatro líneas de los Versos del Kesa, o incluso una única línea. ¿Por qué esos cuatro versos, o uno sólo de ellos, pueden producir tal profunda experiencia espiritual se ser justo lo que se es? (8) Pues debido a que, tal como se dice, son parte integrante del Dharma de Buda.

Cada tipo de manto, incluyendo los nueve de túnica samghāti, ha pasado correctamente hasta el momento actual gracias a las enseñanzas del Buda (9). Ninguno es menos que las cuatro líneas de verso kesa y es tan beneficioso como una sola línea del sutra. A causa de esto, desde hace más de dos mil años, todos los seres que han estudiado el Camino del Buda -tanto aquellos cuya práctica deriva de la fe como aquellos cuya práctica deriva de la comprensión del Dharma-, todos han protegido y han mantenido el kesa, tratándolo como su verdadero cuerpo y mente. Los que se encuentran en la oscuridad sobre lo que es la verdadera enseñanza de los Budas, ni veneran ni valoran el kesa. Sin embargo, tanto Shakrendra como el poderoso dragón que habita en el lago Anavatapta, por ejemplo, han custodiado y protegido el kesa a pesar de que el primero es un rey celeste laico, y el segundo un gran dragón (10).

Sea como sea, ese tipo de monjes que se afeitan la cabeza y luego van por ahí llamándose a sí mismos "discípulos de Buda” no tienen la más mínima conciencia con respecto a los que visten el kesa, lo aceptan y lo cuidan. No saben decir nada de él por qué no tienen el mínimo conocimiento sobre sus materiales, colores o dimensiones, ni son conscientes de la manera de llevarlo ni, mucho menos, han visto ni una vez, siquiera en sueños, la digna forma de qué se trata.


Desde los tiempos antiguos, cuando se habla del kesa se le denomina "la prenda que nos protege de las calenturas de nuestro cerebro” o “la prenda de la liberación”. Es decir, sus méritos espirituales están más allá de cualquier medida. Por la virtud del kesa, un escamoso dragón puede liberarse de sus tres ardientes aflicciones (11). Cuando un Buda realiza plenamente la Vía, es por haber hecho uso de esta ropa, sin duda. En verdad, a pesar de que hemos nacido en una remota región y en el tiempo de las últimas etapas de la Enseñanza, si alguno de nosotros tiene la oportunidad de elegir entre obtener la Transmisión o no, hay que aceptar con fe la verdadera herencia que nos es transferida, así como guardarla y conservarla.

¿Qué otra tradición ha transmitido genuinamente el manto y el Dharma de nuestro Venerable Shakyamuni de manera tan fidedigna? Únicamente en la Vía del Buda. ¿Quién, al encontrarse con el manto y el Dharma, dejaría de ser generoso en el respeto que se les debe y hacer reverencias y ofrendas? Incluso si por el espacio de un solo día tuviéramos que renunciar a nuestra vida mortal por innumerables tiempos como las arenas del Ganges, deberíamos ofrecerles ofrendas y reverencias. Deberíamos hacer el voto de que los levantaríamos humildemente por encima de nuestras cabezas cada vez que nos encontráramos con ellos en nuestras vidas sucesivas, de generación en generación. A pesar de que uno pueda haber nacido en un lugar tan alejado de la tierra natal de Buda por más de cien mil leguas de montañas y mares, y aunque podamos tener ideas confusas, ignorantes o provincianas, el hecho de haber escuchado esta Verdadera Enseñanza, y se haya aceptado y mantenido este kesa, aunque sólo sea por un día y una noche, y se esté instruyendo en la manera de poner en práctica una sola línea del sutra o de la totalidad de los Versos del Kesa, no puede deberse simplemente a las bendiciones y méritos por haber hecho reverencias y ofrendas a uno o a dos Budas, sino debido a las bendiciones y méritos de las reverencias y ofrendas que le habremos hecho, y después de haber asistido a un innumerable número de cientos de miles de millones de Budas. Incluso, aunque todo ello fuera debido a nuestro propio esfuerzo, deberíamos sentir respeto por el manto y el Dharma, apreciarlos y valorarlos.


Debemos mostrar nuestro agradecimiento a los Antiguos Maestros por su gran bondad en la transmisión que nos han hecho del Dharma. Y puesto que incluso los animales son agradecidos, ¿cómo no podrían los seres humanos comprender lo que es ser agradecidos? Si las personas no se reconocen como agradecidas, entonces serían inferiores a los animales cuando deberían serlo más que ellos.


Los que no son maestros de la antigua transmisión de la Verdadera Enseñanza del Buda ni siquiera sueñan con los méritos espirituales de este manto del Buda. Entonces, ¡ni mucho menos serán capaces de aclarar a los demás cuáles son sus materiales, colores y medidas! Por tanto, evidentemente, si deseáis seguir los pasos del Buda debéis seguir a este manto y al Dharma. Incluso pasadas cien mil miríadas de generaciones, los que todavía fueran capaces de pasar correctamente la auténtica transmisión, sin duda será el Dharma del Buda. La prueba de su autenticidad será un hecho evidente.


La enseñanza secular confuciana advierte incluso a sus seguidores no llevar ropas que difieran de las tradicionales usadas oficialmente, ni actuar de manera que se vaya en contra de las normas reguladas con anterioridad. Así es también en la Vía del Buda: si algo no está de acuerdo con la ropa del Dharma de los anteriores budas, no lo uséis. Si se trata de algo más que la ropa del Dharma de los anteriores budas, ¿tenemos que vestirnos para practicar la Vía del Buda y asistir a todos los budas? De hecho, si no nos vestimos con esta “prenda”, será difícil que entremos en la asamblea de los budas.


Desde mediados de la era Yongping del emperador Ming Di (12) de la última dinastía Han, los monjes que llegaron a las tierras de oriente procedentes de la India siguieron sin cesar las huellas de sus predecesores, y con frecuencia hemos oído hablar de monjes que fueron de China a la India, pero ninguno de todos estos viajeros dijo nunca que hubiera encontrado a alguien que le hubiera conferido cara a cara el Budadharma. Lo único que tenían para mostrar eran las palabras y los ritos que habían aprendido de dudosos maestros y pedantes eruditos del Tripitaka (13). Ni habían oído hablar de los sucesores directos de Dharma del Buda. Por esta razón, no podían ir muy lejos para enseñar que el manto del Buda era realmente transmitido, ni para decir que se habían encontrado con alguien a quien se le había sido transmitido el manto del Buda, o incluso para contar que habían visto o escuchado a alguien que había transmitido el manto. Hay que ser muy claros sobre esto: no habían cruzado el umbral ni entrado en la familia del Buda. Esos tipos vieron en el kesa tan solo una prenda de ropa y nada más, y no se dieron cuenta de que era la manifestación más venerable y apreciada del Dharma del Buda. ¡En verdad que fue una lástima!

Los que son auténticos sucesores y han seguido transmitiendo la Casa del Tesoro del Dharma de Buda también han seguido transmitiendo el manto de un buda que a su vez ellos habían recibido. Tanto entre la gente común como entre los de alto rango es ampliamente conocido que los Antiguos Maestros, a quien la Casa del Tesoro del Dharma les fue verdaderamente transmitida, nunca dejaron de lado el manto del Buda ni dejaron de prestar atención a lo que significaba. De esta manera, los patriarcas pudieron pasar así con precisión los materiales, colores y dimensiones del kesa de un buda. Dado que en realidad han visto y prestado atención a un kesa así, han transmitido exactamente sus grandes méritos espirituales y han transmitido verdaderamente el cuerpo y la mente, los huesos y la médula del kesa de un buda, todo lo cual sólo puede tener lugar mediante los que se hallan dentro de la tradición de la auténtica transmisión. Se desconocen las diversas tradiciones asociadas a los Āgama, de la misma manera que un manto que se ha confeccionado según la moda del momento no es algo verdaderamente transmitido, ni tampoco es el manto de un legítimo sucesor.


Cuando nuestro Gran Maestro, el Tathāgata  Shakyamuni, le confirió a Mahakasyapa el Dharma de la Suprema Sabiduría, que es la Casa del Tesoro del Ojo de la Verdadera Enseñanza, le pasó con ella el manto del Buda. Después, el manto fue recibido de sucesor en sucesor hasta el maestro de meditación Daikan Enō del Monte Sōkei, comprendiendo treinta y tres generaciones. Cada generación lo vio personalmente y transmitió los materiales, colores y dimensiones que debían tener los hábitos monásticos. Nuestra tradición del Zen hace tiempo que ha ido transmitiendo esta información y, evidentemente, en la actualidad, la acepta y la preserva. En otras palabras, el kesa de los antiguos fundadores de las Cinco Casas del Zen chino cada una lo adoptó y conservó, y así se ha transmitido correctamente. Asimismo, es evidente que no ha habido nunca confusión alguna sobre aquel entre un maestro y su sucesor, ni siquiera en aquellas tradiciones que tienen cuarenta, cincuenta o incluso más generaciones. Todos ellos han usado y confeccionado el manto de acuerdo con los métodos de los anteriores budas, y que cada buda ha transmitido por su propia cuenta, como todos los Budas han hecho, generación tras generación, sin la más mínima interrupción.

Entre las instrucciones del Buda, que después han pasado de sucesor en sucesor correctamente, se mencionan las siguientes:

El manto de siete bandas, compuestas cada una de ellas por tres segmentos largos y uno corto.
El manto de nueve bandas, formadas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de once bandas, compuestas por tres segmentos largos y uno corto.
El manto de trece bandas, formadas por tres segmentos largos y uno corto.
El manto de quince bandas, compuestas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de diecisiete bandas, formadas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de diecinueve bandas, compuestas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de veintiuna bandas, formadas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de veintitrés bandas, compuestas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de veinte y cinco bandas, formadas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de doscientas cincuenta bandas, compuestas por cuatro segmentos largos y uno corto.
El manto de ochenta y cuatro mil bandas, formadas cada una de ellas por ocho segmentos largos y un segmento corto.

Lo que ahora os doy es una lista abreviada. Hay, además, otros tipos de kesas que, todos ellos, se incluyen en la túnica Samghati.

No importa que una persona sean un cabeza de familia o alguien que ha abandonado el hogar para ser monje para aceptar y cuidar el kesa. Cuando hablo de aceptarlo y cuidarlo, me refiero a que éste debe ser llevado y dado uso, no que se preserve inútilmente recogido y guardado en ún rincón.

Incluso si uno se afeita la cabeza y la barba pero no acepta ni conserva el kesa, sino que lo detesta, desprecia o tiene miedo de él, dicha persona se halla fuera del Camino e intentará torcer y obstruir a los demás. Como dijo una vez maestro de meditación Hyakujō Daichi (14): "Una persona que no ha plantado buenas semillas en vidas anteriores rehuirá y despreciará el kesa, y por tanto rehuirá y despreciará la Enseñanza Verdadera".


El Buda dijo una vez:

Supongamos que alguien acepta nuestra Enseñanza y después comete alguna ofensa grave o cae en opiniones falsas. Si por en el intervalo de un solo pensamiento esa persona muestra profunda reverencia al manto samghati un sentimiento de respeto, entonces todos los Budas, incluido yo mismo, seguramente concederemos a esta persona la garantía de que se dará cuenta de la budeidad en cualquiera de los Tres Vehículos (15). Si alguien -ya se trate de seres divinos, dragones, seres humanos ordinarios o espíritus hambrientos (16)- es capaz de mostrar un mínimo respeto por los méritos espirituales del kesa y luego entra en cualquiera de los Tres Vehículos, no retrocederá ni se alejará de aquel. Supongamos que sea un preta, un espíritu o incluso cualquier otro tipo de ser. En caso de que tal ser sea capaz de obtener solamente poco más de cuatro pulgadas del kesa de otro, obtendrá satisfacción completa a su hambre y a su sed. Supongamos que haya unos seres sensibles a punto de caer en opiniones falsas por mantener actitudes antagónicas entre ellos. Si atienden al potencial espiritual del kesa, entonces, gracias a su influencia podrán acceder a un corazón compasivo y regresar a un estado de pureza en poco tiempo. Supongamos que haya alguien que esté en la milicia: en caso de tener en su poder un fragmento muy pequeño de un kesa que respeta y reverencia altamente, alcanzará sin duda la liberación espiritual.

Por consiguiente, los méritos espirituales del kesa son sin igual y están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Cada vez que alguien tiene fe en ese Kesa, lo acepta, lo protege y lo conserva, sin duda, alcanzará la liberación futura así como un estado de no retroceso. Esto no fue proclamado únicamente por el Buda Shakyamuni, si no que fue proclamado igualmente por todos los Budas.


Hay que reconocer que el aspecto externo de todos los Budas es el kesa. Por esta razón el Buda dijo: "Cualquiera que vaya por mal camino aborrecerá el samghati". Por lo tanto, cada vez que alguien ve un kesa y le presta atención, debe dejar pasar sus pensamientos de odio y abrirse a un corazón compasivo diciendo "estoy a punto de caer en el mal camino" y, sintiendo arrepentimiento, admitir lo que hubiera hecho.

Así mismo, al Buda Shakyamuni, justo después de haber abandonado el palacio real de camino a las montañas, le fue presentado un manto samghati por un espíritu de los árboles, que le dijo, "si te pones respetuosamente esta ropa sobre tu cabeza, evitarás ser molestado por los obstáculos que te acosan". Entonces, el Buda Shakyamuni aceptó el manto y lo levantó respetuosamente por encima de su cabeza y, así lo mantuvo durante los siguientes doce años hasta su despertar, no dejándolo caer ni siquiera un instante. Esto se cuenta en los Āgama (17).

Se dice que, de hecho, el kesa es una prenda auspiciosa y que cualquier persona que la vista seguramente alcanzará un elevado nivel espiritual. Hablando en términos más generales, no ha habido época en la que este manto samghati no hubiera existido antes que nosotros. Su manifestación en un momento dado es una instancia de su existencia continua, y su existencia continua se revela en un momento concreto tras un largo lapso de millones de años. Obtener un kesa es obtener la bandera insignia del Buda. Es por esto que todavía no ha existido ningún buda Tathāgata  que no haya aceptado y conservado el kesa. Nunca ha existido alguien que aceptando y cuidando el kesa no realizara la budeidad.



La manera de vestir el Kesa

La manera habitual es con el hombro derecho al descubierto. También hay una manera de llevarlo y que es el kesa sobre ambos hombros. [Se empieza con el kesa plegado colgado sobre la espalda dejando caer adelante sus esquinas superiores.] Al colocar las esquinas superiores derecha e izquierda en el hombro por encima del brazo izquierdo, hay que pasar una esquina hacia el frente [pasándola por debajo del brazo derecho], dejándolo caer sobre el hombro izquierdo. A continuación, hay que meter el borde vertical derecho entre el brazo izquierdo y el torso. A continuación, tomar la esquina izquierda de la parte delantera sobre el hombro izquierdo y el brazo, y luego meter el borde vertical izquierdo en la parte de atrás entre el brazo y el torso (18). Así se refleja el comportamiento cotidiano de un buda. Esto no es algo algún shravaka haya visto o escuchado, ni que tampoco lo haya transmitido, ni que ni una palabra sobre esto la haya extraído de las enseñanzas de cualquiera de los Āgama. En general, el procedimiento digno para llevar un kesa en el Camino del Buda es lo que fue, sin duda, aceptado y practicado por los antiguos maestros que transmitieron la verdadera enseñanza que se manifestó ante ellos. Fuera de toda duda, aceptamos y continuamos lo que debe ser aceptado y cumplido según los antiguos maestros. Como consecuencia, el kesa que los ancestros del Buda han pasado correctamente no es algo que los budas hubieran transmitido a otros budas de manera fortuita. Es el kesa de los budas anteriores y de los budas actuales: es el kesa de los viejos budas y de los nuevos budas. Transforma lo que significa "la Vía" y transforma lo que significa “el buda”. Transforma el pasado, el presente y el futuro. Y es así, pues, como se realiza una transmisión genuina desde el pasado hasta el presente inmediato, del presente inmediato al futuro, del presente inmediato al pasado, del pasado hasta el pasado, del momento presente al momento presente, del futuro al futuro, del futuro al presente inmediato, y desde el futuro al pasado ya que es la verdadera transmisión de cada buda por sí, tal como ha sido para todos los budas.

Por todo esto, a partir de la llegada de occidente de nuestro antiguo maestro Bodhidharma y, posteriormente, tras cientos de años de las grandes dinastías Tang y Song, hubo muchos maestros expertos en los sutras que sabían que lo que hacían era en vano. Cuando estas personas, que intervinieron en cosas como escuelas filosóficas de enseñanzas sobre las normas y las reglas monásticas, penetraron en el Dharma de Buda, descartaron su anterior kesa, una túnica vieja en mal estado, y aceptaron de inmediato el kesa transmitido auténticamente del Camino del Buda. Los resultados de lo que hicieron se encadenan uno tras otro en obras como el Ching-te Ch’üan-teng Lu, los Anales de la Transmisión de la Lámpara, el T'ien-sheng Ch’üan-teng Lu, los Anales de la Era de la Lámpara que Ilumina Extensamente, complementario al anterior, y el Chia- t'ai p'u-teng Lu, los Anales de la Era de la Lámpara cuya Luz lo Alcanza Todo (19). Dejando de lado todas sus opiniones de mira estrecha y escolásticas sobre la doctrina y las reglas monásticas, apreciaron inmediatamente la Gran Vía que los ancestros del Buda habían transmitido, y todos ellos se convirtieron en patriarcas del Buda. La gente de hoy en día también debería aprender la lección de los antiguos maestros de entonces.


Si deseáis aceptar y cuidar el kesa, tiene que ser un kesa transmitido correctamente y que os haya sido transmitido correctamente: tenéis que tener fe en su aceptación. No se debe aceptar y cuidar un kesa espurio. Cuando hablo de un "kesa transmitido correctamente”, me refiero a aquel que ha sido transmitido correctamente desde los monasterios de Shorin-ji y del Monte Sokei: aquel que generación tras generación de sucesores fue recibido del propio Tathāgata, sin saltarse ni una generación. Los que entran en el Camino lo aceptan y lo transmiten inequívocamente, y confiando en el kesa del Buda se ponen en sus manos.

La Vía del Buda se transmite directamente por la Vía del Buda: no se deja latente para que la gente la adquiera en sus ratos libres. Hay un dicho popular que dice: "Escuchar una cosa mil veces no es comparable con una simple mirada, y mirar algo mil veces no es comparable con un único encuentro directo". Cuando reflexionamos sobre esto, aunque hubiera habido un millar de miradas y diez mil escuchas, no se podrían comparar con la adquisición real de un kesa: de hecho, no se podrían comparar ni con una transmisión directa del manto del Buda. Los que dudan de que exista una transmisión auténtica deben dudar todavía más de aquellas personas que no se han cruzado con la auténtica transmisión ni en sueños. La persona a la que se le transmite la autenticidad del manto Buda estará más directamente comprometida que la que acaba de oír proclamar la doctrina budista a otra persona. Mil encuentros directos con un manto o diez mil adquisiciones de un kesa nunca se pueden comparar con una realización única de la Verdad. Esto es lo que los budas y patriarcas han realizado y aportado como la Verdad. Por tanto, no imitéis a los ordinarios y vulgares seguidores de doctrinas y reglas monásticas.


Hablando en términos generales de los méritos espirituales del kesa de nuestra ancestral línea: la auténtica transmisión ha sido debidamente recibida, su forma original ha sido transmitida de una persona a otra, y su aceptación y la necesidad de su conservación junto con el Dharma heredado se ha ido sucediendo, incesantemente, hasta el momento presente. Los que genuinamente lo han aceptado son todos los antiguos maestros cuya realización de la Verdad ha sido atestiguada y que han transmitido el Dharma, y que superan incluso a los Tres Veces Sabios y Diez Veces Santos (20). Debemos venerarlos y respetarlos, inclinarnos y humildemente colocarlos sobre nuestras cabezas (21).

Confiando y aceptando el principio de que la auténtica transmisión del manto de un buda ni que sea hecha siquiera una sola vez dentro de este cuerpo y mente sería en sí mismo signo de vuestro encuentro con el Buda, también sería la manera de aprender lo que es un buda. ¡Qué lamentable será vuestra vida si no sois capaces de aceptar este Dharma! Debéis comprobar profundamente por vosotros mismos que cubrir tan sólo una vez vuestro cuerpo con un kesa, es un talismán que os protege, y que así es posible resolver la Gran Cuestión Esencial (22) y realizar plenamente la Gran Sabiduría (9). Se dice que si una única frase o un solo verso del Sutra impregna nuestro corazón confiado, su luz brillará continuamente a lo largo de millones de años. Si dejamos que una pizca de Dharma impregne nuestro cuerpo y mente, el efecto será el mismo.

Los pensamientos que impregnan la mente no encuentran lugar dónde permanecer permanente y no son parte de nosotros, sin embargo, sus méritos espirituales son completamente tal como se acaban de describir. Y lo mismo pasa con el cuerpo, que tampoco encuentra una existencia permanente. El kesa no ha llegado desde ningún lugar, ni hay un lugar a dónde se dirija. No es algo que unos u otros poseamos y, sin embargo, se manifiesta y mora allí donde alguien lo posee, engrandeciendo a los que lo aceptan y lo cuidan. Sean cuales sean los méritos espirituales que uno pueda realizar, se manifestarán las mismas cualidades.


El “hacer” en “hacer un kesa" no es la manera de “hacer” de la gente común ni, incluso, de los virtuosos. La importancia y significación de este "hacer" no es algo que el Diez Veces Santo y Tres Veces Sabio comprenda en toda su extensión. Los que carezcan de semillas del Camino de vidas anteriores, aunque pasen por uno o dos cursos de vida, o incluso por innumerables vidas, no verán un kesa, ni oirán de un kesa, ni sabrán lo qué es un kesa. Entonces, ¿cómo podrían dichas personas aceptar y cuidar uno? Hay quien recibe méritos espirituales por haber tocado una vez el kesa con su cuerpo, aunque también hay quien no lo hace. Los que han recibido tales méritos deben regocijarse, y los que todavía no deben esperar poder hacerlo. Ciertamente, ¡no recibirlos es una gran pena!

Ya sea dentro o fuera del Mil Veces Gran Mundo, sólo el linaje de los budas y de los patriarcas tiene el manto transmitido por el Buda. Tanto los plebeyos como los de más alto rango, todos por igual y de manera generalizada lo han llegado a conocer según lo que han visto y lo que han escuchado decir.

La explicación de cómo es el manto de Buda sólo se encuentra en nuestra antigua tradición. Se desconoce en otras tradiciones. Los que son ignorantes de ello y no sienten pena por sí mismos son personas totalmente necias. A pesar de que se conozcan los ochenta y cuatro mil mantras de meditación, sin la verdadera transmisión del kesa se carece, no obstante, del Dharma de los budas y de los patriarcas, y quien todavía no haya explicado cuál es la auténtica transmisión del kesa no puede ser un verdadero heredero de los budas. ¡Cuánta gente de otros países debe desear que el manto del Buda les hubiera sido transmitido verdaderamente a ellos, y no a China! Que la transmisión genuina no se haya producido en sus países debe ser fuente de un sentimiento de vergüenza y de profundo abatimiento.

En verdad, encontrarse con la Enseñanza tanto del manto y como del Dharma del Tathāgata Honrado por el Mundo verdaderamente transmitidos es debido a semillas de gran mérito de sabiduría espiritual acumuladas en vidas pasadas. En el mundo actual, en que el Dharma se encuentra en su última etapa y los tiempos son malos, hay endiabladas bandas de gentes sin rumbo que no han tenido una transmisión genuina, pero también hay quienes han sido celosos de la verdadera transmisión. Todo lo que puedan poseer, dondequiera que puedan tener su morada, no es su verdadero Yo. Solamente lo auténticamente transmitido por la Verdadera Transmisión es sin dudar el camino recto en el aprendizaje de lo que es el Buda.


En conjunto es necesario comprender que el kesa es el cuerpo de Buda y la mente de Buda. También se llama “la prenda de la liberación", "el manto campo fértil de bendiciones", "el manto de la paciencia”, “la túnica sin forma", "el manto de la compasión misericordiosa", "el manto del Tathāgata”, o “el manto de la suprema iluminación, plenamente perfeccionada”. Siempre deber ser aceptado y conservado de esta manera.

Actualmente, en el país de la gran dinastía Song, a causa de una banda que se llaman a sí mismos los estudiosos de las reglas y normas monásticas, intoxicados por vino servido por shravakas, no sienten ninguna vergüenza en transmitir un linaje desconocido en su propia tradición, ni se arrepienten ni son conscientes de lo que hacen. Han alterado el kesa pasado desde la India, aprobado durante las dinastías Han y Tang, optando por uno de menor tamaño que cumple con sus estrechos puntos de mira, y de los que deberían avergonzarse. Si hoy fuerais a utilizar un manto de tan pequeño tamaño como el suyo, ¿cómo podría continuar por mucho tiempo el proceder habitual de un Buda? Argumentan que lo hacen así debido a que en su estudio y transmisión sobre la conducta de un Buda ésta no ha sido extensa. Está bastante claro que el cuerpo y la mente del Tathāgata solamente han sido transmitidos correctamente a través de las puertas de nuestros patriarcas, y que no se ha difundido mediante las actividades del linaje de esa banda. Si, por casualidad, ellos reconocieran actualmente lo que es el proceder de un Buda, no violarían el manto del Buda. Pero puesto que no tienen claro los textos de los sutras, no pueden apreciar su contenido.


Además, estipular que un paño de algodón crudo es el único material posible para un manto es ir profundamente en contra de la enseñanza del Buda. Puesto que ese tejido no es la única cosa que un discípulo del Buda puede usar, esta condición, en particular, viola la túnica del Buda. ¿Por qué? Anteponer un paño de algodón comporta un prejuicio, y así se viola el kesa. ¡Qué lástima que las opiniones de los shravakas del Hinayana sean falseadas! ¡Triste es reconocerlo! Cuando repudiéis vuestras opiniones sobre la tela de algodón, la túnica de Buda se os manifestará plenamente ante vuestros ojos. Lo que estoy diciendo sobre el uso de la seda o de la tela de algodón no es lo que han dicho únicamente uno o dos budas: es una enseñanza importante de todos los budas considerar una tela de desecho como el elemento más elevado para un manto inmaculado. Cuando, más adelante, enumero los diez tipos de tela de desecho, se incluyen los de seda y de algodón y también otros tipos de tela. ¿No hay que recoger retales de seda desechados? Si así se actuara iríamos en contra de la manera de los budas. Si se tiene prejuicios contra la seda, en lo que respecta al algodón también será objeto de discriminación. ¿Qué razón podría haber para desestimar una tela de seda o una de algodón? Desdeñar el hilo de seda porqué fabricarlo ha causado la muerte de un ser vivo es sumamente ridículo, ¿o es que un paño de algodón no es el producto de un ser vivo? Si vuestra percepción sobre lo que pueda ser o no un ser sensible no está libre de tópicos o sentimentalismos, ¿cómo podréis entender lo que es el kesa de un buda?

Hay quienes también hablan de manera turbia y confusa abusando de la denominada “teoría del hilo transformado”, cosa que también da risa (23). Decidme, ¿qué cosa no es una transformación de algo? Vosotros, que seguís esta teoría podéis confiar en vuestros oídos cuando escucháis la palabra "transformación", pero dudáis de vuestros ojos cuando ven una transformación. Es como si vuestros ojos no tuvieran oídos, ni vuestros oídos ojos. ¿Dónde están vuestros oídos y ojos en ese mismo instante?

Tened en cuenta, así mismo, que cuando vayáis a recoger ese material andrajoso puede que en ocasiones se asemeje a la seda o que se vea igual que el algodón. Al utilizarlo, no lo llamáis seda ni algodón sino que lo designáis como material de desecho, puesto que son harapos que están más allá de lo que es “seda”, y más allá de lo que es “algodón”. A pesar de que haya un tiempo tras la muerte en el que tanto la gente común como los nobles puedan “seguir existiendo "como despojos, no podemos decir que “tengan capacidad de sentir”, ya que son "material de desecho". A pesar de que en un momento dado un pino muerto o un crisantemo se conviertan en restos, no podemos hablar de ellos como “seres no-sensibles” ya que serán ante todo "materia de desecho". Cuando entendemos el principio de que un paño hecho de restos no es ni seda ni algodón, y que está lejos de ser de perlas o de jade, el manto de tela desechada se manifiesta plenamente ante nosotros y, por su procedencia, conocemos y experimentamos el manto de harapos. Mientras vuestras opiniones sobre la seda y el algodón no caduquen y caigan, no veréis un “material de desecho” ni siquiera en sueños. A pesar de que por toda vuestra vida podáis aceptar y cuidar un kesa hecho de tela de grueso algodón, no mantengáis en vuestra mente la idea de que es algodón, si no lo aceptáis así no será una transmisión verdadera del manto de Buda.


Además de los diversos tipos de kesas de algodón y de seda también los hay de piel. Los budas han hecho uso de todos ellos en algún momento, ya que tienen todos los méritos de un manto de Buda. Poseen el principio fundamental de que han sido transmitidos verdaderamente, sin interrupciones. Sin embargo, aquellos que todavía no han acabado con sus prejuicios y afecciones tratan el Dharma del Buda a la ligera y no confían en las propias palabras del Buda. Ante su insistencia por seguir los tópicos en los que se basan otros y sus afecciones, en realidad deberíamos hablar de todos ellos como no budistas ya que violentan al Dharma del Buda. Son una banda dispuesta a demoler la Enseñanza verdadera.

Algunos han afirmado incluso que han alterado la túnica de Buda siguiendo instrucciones recibidas por un ser celestial. Si esto es así, ¡entonces es que deben ser aspirantes a una budeidad celeste! ¿O acaso quieren formar parte de algún linaje de seres celestes? Los discípulos del Buda exponen la enseñanza del Buda a los seres celestes; no preguntan a los seres celestes qué es la Vía del Buda. ¡Qué triste que sean así los que carecen de la verdadera transmisión del Dharma del Buda!

La perspectiva de la hueste de seres celestiales y la perspectiva de un discípulo de Buda son muy distintas tanto para los asuntos mayores como los menores y, además, son los seres celestiales son los que solicitan la Enseñanza a los discípulos del Buda. Esto se debe a que las perspectivas budista y celeste son muy diferentes. Siguen la limitada mente de los escolásticos y de los shravakas, y no los estudian: reconocen que dichas personas son el Vehículo Pequeño. El Buda dijo: "Pueden sentir remordimientos por haber matado al padre o a la madre, pero no sienten remordimiento alguno por haber calumniado al Dharma".

El camino de la estrechez de miras y de la desconfianza taimada no es lo que el Buda quiso que nosotros siguiéramos. El Gran Camino del Dharma del Buda está más allá de lo que los Dos Vehículos puedan alcanzar. Nadie que se halle fuera del Ancestral Camino unido a la Casa del Tesoro del Dharma puede saber la forma por la que todos los budas han transmitido correctamente los Grandes Preceptos.


Hace mucho tiempo en el monte Obai, a la medianoche, el manto y el Dharma de los Budas fueron verdaderamente transmitidos sobre la cabeza del Daikan Enō, nuestro sexto patriarca. Fue realmente un acto de auténtica transmisión del Dharma y del manto, y fue así por qué el quinto patriarca “reconoció al hombre”. Los novicios que han realizado alguno de los Cuatro Estadios del Estado de Arhat (24), los que son Tres Veces Sabios y Diez Veces Santos, o los maestros académicos en teorías filosóficas o doctrinas de los sutras quizá le habrían conferido el manto a Jinshū y no se lo habrían otorgado al sexto patriarca (25). Pero debido a que un patriarca del Buda, a diferencia de un simple patriarca budista, va más allá del trillado camino de un pensamiento limitado, el sexto patriarca ya se había convertido en el sexto patriarca. Tened en cuenta que el principio de sucesión tras sucesión de un patriarca budista es “reconociendo a la persona”, es decir reconociendo al Verdadero Yo. Y eso no es algo que se pueda dejar en manos de los que calculan y miden las cosas.

Un monje preguntó una vez al sexto patriarca, "¿El manto que te fue entregado a la medianoche en el monte Obai estaba hecho de algodón, seda, o era de tafetán? Te lo ruego, dímelo, ¿de qué material terreno estaba hecho?". El sexto patriarca respondió: "No es algodón, ni seda, ni tafetán". Esta fue la contestación que dio el patriarca más sublime del monte Sokei. Tened en cuenta que el manto de Buda no es de seda ni de algodón, ni de ningún fino paño de calidad. Los que en vano aseveran que debe de ser de seda, algodón o de algún fino paño de calidad son gente que difama el Dharma del Buda. ¿Cómo es posible reconocer el kesa de un Buda? Entre otros, cuando se toman de buena fe los Preceptos. El kesa nuevo que se obtiene entonces está fuera de toda discusión sobre si es de seda o algodón: es la enseñanza del Buda en el Camino del Buda.

El manto de Shōnawashu era una prenda cotidiana cuando su vida era de un laico (26). Pero cuando dejó su casa para ser monje, aquello se convirtió en un kesa. Este principio debe ser considerado con calma y atención. No es algo de lo que se deba hacer caso omiso, actuando como si no se hubiera visto ni se hubiera oído hablar de ello, y más cuando es algo importante ya que procede de una verdadera transmisión de buda a buda y de patriarca a patriarca. Esa banda que acumula palabras no puede percibirlo, ni lo puede cuantificar ni medir. En verdad, ¿creéis que podrían estar en el reino del pensamiento común los millares de mutaciones e innumerables variaciones sobre las cosas que dice un buda? Sí, hay estados de meditación y rezos de mantras, pero esos tipos que acumulan granos de arena no pueden ver la perla preciosa que se encuentra debajo del manto.


Ahora, veamos los materiales, colores y dimensiones del kesa que los budas y patriarcas han transmitido genuinamente como el verdadero modelo de kesa de todos los budas. Desde la India hasta las tierras de oriente ha habido ejemplos de ello por mucho tiempo. Aquellos que distinguen lo verdadero de lo falso ya habían ido más allá de la experiencia de la realización de la Verdad. Aunque hubo quienes estuvieron fuera del viejo Camino que empleaba la palabra "kesa”, ninguno de los ancestros originales afirmó nunca que fuera algo derivado de él, por tanto ¿cómo podrían germinar las semillas de las raíces de la virtud y aún mucho menos sus frutos? Ahora, no sólo estáis viendo y escuchando el Dharma de Buda que aquellos otros no encontraron por vastos kalpas, sino que también sois capaces de ver y escuchar todo sobre el manto del Buda, aprender sobre el manto del Buda y, por tanto, para aceptar y cuidar el manto del Buda. Este es precisamente nuestro respetuoso encuentro con el Buda. Escuchamos la voz del Buda, extendemos el resplandor del Buda, y aceptamos y hacemos uso de lo que un buda acepta y usa. Transmitiendo cara a cara la Mente del Buda, obtenemos la médula del Buda.



La transmisión del Manto

Mientras yo me hallaba en la China Song llevando a cabo mi formación en el largo banco de la sala de meditación, me di cuenta que, todos los días, al amanecer, después de los golpes del despertar en la madera, los monjes que estaban sentados a mi lado elevaban su kesa doblado con gesto de presentación, se lo colocaban en lo alto de la cabeza, hacían respetuosamente gasshó, y recitaban para sí unos versos. En una ocasión tuve una sensación que no había experimentado antes. Una alegría llenó mi cuerpo a rebosar. Lágrimas de gratitud surgían del rabillo de mis ojos y, rodando por mis mejillas, empapaban mi cuello. Yo había leído en los Āgama, y si no hubiera visto ese gesto de humildad de ofrecer el kesa encima de la cabeza, su relevancia no se habría hecho totalmente evidente para mí. Ahora lo estaba presenciando en persona. Cabe decir al respecto, y es triste reconocerlo, que cuando yo me encontraba en mi tierra natal, no hubo ningún maestro ni ningún buen compañero espiritual que me instruyera sobre ello. ¿Cómo no me iba a lamentar de los días y años que había desperdiciado y de haberlos pasado así? Pero entonces lo estaba viendo y oyendo, y era capaz de regocijarme de ello gracias a algún mérito en alguna vida anterior. Si hubiera pasado en vano mi tiempo codeándome con cualquiera de los que corren por los templos de mi tierra natal, posiblemente no podría haberme sentado hombro con hombro con estos tesoros de la Sangha que se ponían el manto de Buda. Mi alegría y la tristeza iban a la par, como las innumerables lágrimas que de mi brotaban.

Luego, en silencio, hice un voto: "Sea como sea, aun siendo un incompetente, transmitiré correctamente la verdadera herencia del Dharma del Buda y, por compasión hacia los seres conscientes de mi tierra, les ayudaré a ver el manto y a escuchar el Dharma que buda tras buda ha sido transmitido con autenticidad. Y si mi fe inquebrantable llega en mi ayuda de manera imperceptible, entonces seguramente mi voto sincero no habrá sido en vano".

Los discípulos del Buda que aceptan el kesa y lo cuidan deben elevarlo humildemente sobre su cabeza, y esforzarse indefectiblemente día y noche a fin de acumular los efectos de una práctica que producirá méritos espirituales reales. Leer o escuchar unas frases o unos versos de los sutras pueden llegar a ser tan comunes como los árboles y las piedras, pero los méritos espirituales de la verdadera transmisión del kesa son, sin duda, difíciles de encontrar en cualquier lugar y en cualquiera de las diez direcciones.


En la Gran China Song, durante el décimo mes lunar del invierno del año decimoséptimo de la era Chia-ting (27), hubo dos monjes coreanos que llegaron a la prefectura de Ch’ing-yüen. Uno se llamaba, en chino, Chi-hüen, y el otro Ching-yün. Los dos, que eran hombres de letras, hablaron incesantemente sobre la significación de la doctrina budista. No obstante, no tenían ni kesa ni cuenco limosnero, por lo que eran como la gente común. Triste es decirlo, pero a pesar de que aparentaban ser monjes, carecían del Dharma de los monjes, quizá debido a que el suyo era un pequeño y remoto país. Los colegas de nuestra propia tierra que poseen la apariencia de los monjes y van a otros países son, probablemente, idénticos a esos dos monjes.

El Buda Shakyamuni, previamente a su iluminación, ya levantó humildemente el kesa sobre su cabeza doce años antes, sin descuidarlo nunca. Como sus descendientes lejanos, debéis examinar esto. En vez de doblegaros ante los seres celestes, los espíritus, o ante los reyes y sus ministros, ya que toda inclinación por ellos es por una búsqueda vana de la fama y de un beneficio, si decidís colocar humildemente el manto del Buda sobre vuestra cabeza será la gran alegría de la os podréis regocijar.

Recogido en el primer día de invierno del primer año de la era Ninji (28) en Kannondōri, en el Templo de Kōshōhōrin-ji.

El monje mendicante Dōgen, que viajó a la China Song con el fin de recibir y transmitir el Dharma.


Como material para confeccionar un kesa, se utiliza lo que es inmaculado. “Inmaculado” se refiere a una tela donada y venerada como una ofrenda en la fe pura, a una que haya sido comprada en el mercado por seglares, a una hecha llegar por un noble, a una que sea una limosna pura ofrecida por un dragón espiritualmente poderoso, o a una que sea un donativo puro donado por algún feroz guardián protector. Todos estos son los materiales textiles que utilizamos, que van desde limosnas puras ofrecidas por reyes y sus ministros principales hasta, incluso, pieles puras, que también se puedan utilizar (29).

Para que sea intachable consideraremos, sobre todo, diez tipos de tela de desecho:

Primero, paños masticados por bueyes.
Segundo, telas roídas por ratas.
Tercero, ropas chamuscadas por el fuego.
Cuarto, paños menstruales.
Quinto, telas desechadas de un alumbramiento.
Sexto, telas abandonadas en un santuario para ser pasto de las aves.
Séptimo, ropas de un difunto echado a una fosa común.
Octavo, telas de banderas de oración abandonadas.
Noveno, ropas de vestidos desechados por funcionarios a raíz de su ascenso.
Décimo, mortajas desechadas por los asistentes de un funeral.

Se considera que estos diez tipos de materiales textiles son especialmente inmaculados. Los que son descartados por el mundo de las costumbres comunes, los del Camino de Buda hacemos uso de ellos. Es a partir de esta manera de tratar las cosas que podemos apreciar la diferencia que hay entre el camino mundano y el Camino del Buda. Por consiguiente, cuando buscamos lo inmaculado, hay que buscar alguno de estos diez tipos de tela. Cuando lo obtenemos, debemos reconocer lo que es limpio y distinguirlo de lo que es impuro, al igual que reconocemos la mente y la distinguimos del cuerpo. Cuando obtengamos cualquiera de estos diez tipos de tela, ya sean de seda o de algodón, es su limpieza o la ausencia de ella lo que hay que tener en cuenta.

Sería el colmo de la estupidez sostener la idea de que esa tela que se desecha se utiliza simplemente para crear una "pésima representación” de “un manto variopinto”. El kesa tejido de retales es algo que en el Camino de Buda hemos llegado a utilizar como nuestra propia ropa en razón a su majestuosidad y belleza singular. Desde la perspectiva del Camino de Buda, un manto “variopinto” sería el aspecto impuro de una prenda confeccionada a partir de un brocado o de una tela bordada, de un lujoso tejido de gasa de seda, o de hilo de oro o plata tachonado de perlas y jade (30).

Comúnmente, en el budismo tanto de este país o como en otro cualquiera, cuando usamos lo que es impecable y maravillosamente sugestivo debería ser uno de esos diez tipos, no sólo para trascender los límites de lo que es puro y de lo que es impuro, sino también para ir más allá del ámbito de lo que se corrompe con la ilusión y de lo que no está contaminado por la ilusión. No es refiráis a ellos en términos de mente y materia; son cosas ajenas a obtener o perder. Simplemente, los que aceptan y cuidan lo que ha sido realmente transmitido son antepasados del Buda. Cuando alguien es un antepasado del Buda, aceptamos y conservamos dicha persona como un antepasado del Buda, porque ha aceptado y ha pasado la genuina Transmisión. Y la transmisión no depende de lo que es o no es la mente.

Es de lamentar que en nuestro país, Japón, desde antiguamente hasta el presente, monjes y monjas no hayan vestido el kesa, por lo que debemos alegrarnos de que ahora puedan aceptar y cuidar uno. Cualquier padre de familia, hombre o mujer, que pueda aceptar los Preceptos budistas debería ponerse un kesa de cinco, siete o nueve bandas. ¡Y cómo no habrían de hacerlo los que han dejado el hogar para ser monjes! ¿Por qué no usan uno? Si se dice que todo el mundo, desde el Señor Brahma y los seres de los seis mundos inferiores, hasta las prostitutas y los esclavos pueden recibir los Preceptos budistas y vestir el kesa, ¿cómo puede ser que haya monjes y monjas que no lo lleven? Se dice que incluso los animales pueden tomar los Preceptos del Buda y ponerse un kesa, así que ¿cómo puede ser que un discípulo del Buda no quiera ponerse el manto del Buda?

Por tanto, los que se conviertan en discípulos del Buda, ya sean moradores de un reino celestial, gente común, gobernantes de naciones o funcionarios públicos, o ya sean laicos, monjes, siervos o animales, todos deben aceptar los Preceptos de Buda y el kesa transmitido correctamente. Este es, de hecho, el camino más recto para incorporarse a las filas del Buda.


Al lavar y enjuagar un kesa, mezclar diferentes tipos de polvos de incienso en el agua. Una vez que la ropa se haya secado, se dobla hacia arriba, se coloca en un lugar elevado, se le hace una ofrenda de incienso y flores, y os inclináis ante él tres veces. Después de eso, os arrodilláis ante él y, con las manos en gasshó, humildemente lo colocáis sobre vuestra cabeza y luego, haciendo emerger vuestra fe, entonáis los siguientes versos:

¡Cuán grande es el manto de la liberación!
Es como un ilimitado campo de mérito.
Ceñirlo es la Enseñanza del Buda,
y con él liberamos a todos los seres vivientes.

Después de recitar esto tres veces, hay que levantarse, desplegar el manto reverentemente, y ponérselo.


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NOTAS

1. Bodhidharma (ch. Da Mo, jp. Daruma), vigésimo octavo patriarca indio, sucesor directo del Buda Shakyamuni y primer patriarca chino. Llegó a China hacia el año 480 dC, y está vinculado al Monasterio de Shàolín sì (jp. Shorin-ji) en el Monte Song (provincia de Henan), fundado hacia el 464 por el maestro de dhyana (Zen) Buddhabhadra (ch. Batuo).

2. Huineng (638–713, jp. Daikan Eno, nombre póstumo en ch. Dajian), sexto y último patriarca del budismo Chan. De sus discípulos surgirían las denominadas Cinco Casas del Chan: Caodong -jp. Sōtō-, Yunmen -jp. Unmon-, Fayan -jp- Hōgen, Guiyang, y Linji -jp. Rinzai, que acabaría absorbiendo a las tres anteriores. Recibió la transmisión del maestro Daman Hongren (jp. Konin), abad del Templo de la Montaña del Este (ch. Dōngshān) de los Picos Gemelos (ch. Shuāng fēng, provincia de Henan) tras una controversia con Yuquan Shenxiu (jp. Jinshū), el monje mejor dotado intelectualmente y respetado de la sangha del quinto patriarca, y a quien todos creían que sería nombrado su sucesor en el Dharma.

3. Templo de Baolín sì (jp. Hōrin-ji), en el monte Caoxí (jp. Sokei), en Foshan (provincia de Guangdong/Cantón).

4. Se refiere a los emperadores de la dinastía Tang: Xuanzong (712–756), Suzong (756–762), y Daizong (762–779).

5. Pien-ho fue un personaje de la antigua China que se ofreció a tres gobernantes una gran joya sin pulir que había encontrado, pero ninguno de ellos fue capaz de percibir su verdadero valor, rechazando tal ofrecimiento.

6. Estupa: construcción búdica que alberga alguna reliquia de Buda, de alguno de sus discípulos o de algún personaje santo. Su tipología varía según el país. La tradicional india es semiesférica, mientras que las del sudeste asiático son más apuntadas, y las chinas o japonesas tienen forma de torre de diversos pisos. Es sinónimo de pagoda.

7. Pratyekabuda (jp. Byakushi Butsu, Engaku o Dokkaku): literalmente, “ser iluminado por sí mismo” a partir de una práctica solitaria, mediante su propio esfuerzo y escuchando las enseñanzas de Buda. Es uno de los Tres Vehículos juntamente con los shravakas y los bodhisattvas.

8. Es el término immo, que en chino significa la condición de las personas o de las cosas que son justo lo que realmente son, sin ninguna otra existencia independiente en el tiempo y sin ningún sentido de un falso yo. Ser lo que realmente es aquí y ahora.

9. El manto samghati es el mayor de los tres tipos básicos de kesa. Dōgen da una explicación detallada de los tres en el Discurso del Kesa Kudoku (“Los méritos espirituales del kesa”). Según el Vinaya, hay tres tipos de kesa (sc. Kāsāya): el Antarvāsa, que es la túnica interior (por debajo de las demás) que cubre la parte inferior del cuerpo; Uttarāsaṅga, el manto que cubre la parte superior del cuerpo; y el Saṃghāti, la túnica exterior por encima de las otras dos, siendo la prenda más visible junto con el uttarāsaṅga que sobresale por la parte inferior.

10. Shakrendra, el señor que gobierna los Cielos Trayastrimsha. El mítico lago Anavatapta (jp. Anabadatta) se encuentra en el centro del mundo, y de él nacen cuatro grandes ríos. Significa "sin calor" y se dice que sus aguas son capaces de aplacar el fuego que atormenta a los seres. Anavatapta es también el nombre del dragón que vive en el lago, convertido en bodhisattva, libre de las aflicciones que afectan a otros dragones, atormentados por el calor del fuego y del desierto y por el acecho del ave Garuda. A menudo se quiere identificar este lugar mítico con el lago Manasarovar, al pie del monte Kailash (Himalaya), y los cuatro ríos míticos se identifican con el Ganges (Este), el Indo (sur), el Oxus (oeste), y el Tarim o el Huang He (Río Amarillo, norte). También se ha querido identificar este lago con la mítica Fuente de la Vida que intentó buscar infructuosamente Alejandro Magno en su conquista de la India occidental.

11. Sufrir las llamas de un fuego, los sofocantes vientos del desierto y ser devorados por un Garuda.

12. Hacia el año 67 EA. Ming Di también es conocido por Hsiao-ming.

13. Tripitaka, lit. sc. “Los Tres Cestos”, colección de las escrituras primigenias del budismo que comprende el Sutrapitaka, el cesto de los sutras que contienen las palabras del Buda, el Vinayapitaka, el cesto de las normas relativas a los monjes, y el Abidharma o comentarios filosóficos. La versión más antigua, que sigue el budismo Theravada, se le denomina también Canon Pali o Tipitaka. También existe el Canon Chino y el Tibetano (Kangyur) que, además de estar ordenados de forma distinta, incorporan otros textos de maestros posteriores.

14. Baizhang Huaihai (jp. Hyakujo Ekai, 720-814): maestro durante la dinastía Tang, heredero en el Dharma de Mazu Daoyi. Estableció un conjunto de reglas monásticas para el Chan, que se siguen utilizando hoy en día en muchos monasterios Zen. De estos textos procede la conocida frase de "un día sin trabajar es un día sin comer", referente a los deberes cotidianos que cada uno tiene encomendados.

15. Tres Vehículos / Dos Vehículos: Los Tres Vehículos conforman el Gran Vehículo o Mahayana, del que forman parte el Shravaka (lit. del sc. “el que escucha”, jp. shômon): el que escucha la enseñanza del Buda y alcanza la iluminación contemplando el Dharma; el Pratyekabuda (jp. engaku), literalmente "un buda solitario", "un Buda por su cuenta": alcanza la iluminación por su esfuerzo personal, sin maestros ni guías, y se dice que sólo se dan en edades donde no hay Buda y el Dharma se pierde, pudiendo enseñar enseñanzas morales pero no el Dharma ni llevar a otros hasta la Iluminación; y el Bodhisattva (jp. bosatsu), el buda que renuncia al Nirvana para continuar en este mundo impartiendo el Dharma y ayudando a los demás seres a alcanzar la Iluminación, por lo que está considerado un nivel superior a los dos anteriores. Los dos primeros conforman los Dos Vehículos, el Pequeño Vehículo o Hinayana.

16. Los Preta.

17. Āgama (jp. Agongyô): cuatro colecciones de discursos atribuidos al Buda histórico, originalmente compuestos en sánscrito. Su conjunto integra el Sutrapitaka. En la tradición mahayana, el término Āgama se utiliza para distinguir los antiguos sutras del Theravada de los sutras Mahayana tardíos, de manera que en el Canon Chino forman el primer segmento del Sutrapitaka.

18. La descripción de Dōgen se ajusta a la manera que se emplea en la tradición Theravada. Actualmente, en el Zen Soto, se emplea una hebilla o un lazo para el kesa se sostenga sobre acepel hombro izquierdo, lo que implica un procedimiento ligeramente diferente.

19. Ching-te Ch’üan-teng Lu (jp. Keitoku Dentôroku), Anales de Transmisión de la Lámpara de la Era Ching-te, una colección de biografías de maestros Zen (patriarcas, monjes, monjas y laicos) indios y chinos compilada por Tao-yuan y editada por Yang I en 1004 durante la era Ching-te de la dinastía Song.
T’ien-sheng Kuang-teng Lu (jp. Tenshô Kôtôroku), Anales de la Era de la Lámpara que Ilumina Extensamente, crónica de la edad temprana del Zen con biografías, sermones y anécdotas de prominentes maestros Zen desde el buda Shakyamuni hasta el siglo XI. Escrito en 1036 por Li Tsun-hsu (d. 1038), un aristócrata practicante del Rinzai Zen.
Chia- t'ai p'u-teng Lu (jp. Katai Futôroku), Anales de la Era de la Lámpara cuya Luz lo Alcanza Todo, historias tempranas de la escuela Zen compiladas en 1204 por Lei-an Cheng-shou.

20. "Tres veces sabios y diez veces santos”: se dice de aquellos seres que han alcanzado la etapa final del estado de bodhisattva antes de despertar y de convertirse plenamente en un Buda.

21. Colocarlo encima de nuestra cabeza significa que es lo más importante y lo que estimamos más.

22. Gran Cuestión Esencial: el objetivo de la formación espiritual, la realización de la más alta Verdad.

23. Un antiguo punto de vista de la India según el cual la seda es un hilo que creado por un ser vivo y que, por tanto, no es de origen natural en sí mismo.

24. Los Cuatro Estadios del Estado de Arhat: 1) entrar en la corriente: cuando uno entra en la corriente de la práctica budista abandona las falsa interpretaciones; 2) regresar de nuevo: los que tienen que renacer de nuevo antes de realizar la plena iluminación; 3) no regresar: los que ya no regresan nunca al reino de los deseos sensuales; y 4) Arhat: los que han alcanzado un estado de iluminación y se hallan libres de las pasiones.

25. Jinshū era el monje mejor dotado intelectualmente y respetado de la sangha del quinto patriarca, y el que todos sus compañeros monjes creían que sería nombrado su sucesor en el Dharma.

26. Su nombre significa “el del vestido de cáñamo'.

27. Noviembre de 1223

28. 17 de octubre 1240

29. “Pieles puras" se refiere posiblemente a pieles curtidas procedentes de animales que murieron de forma natural o por accidente, o que se han obtenido como un subproducto, a diferencia de los animales cazados únicamente por sus pieles.

30. Lo que hace este tipo de prendas “impuras” es la actitud discriminatoria en relación a lo que se ensalza porqué se considera rico o caro, en este caso a una actitud discriminatoria de la mente sobre la tela empleada.


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EL PRESENTE TEXTO SE HA BASADO EN LA TRADUCCIÓN INGLESA DE SHASTA ABBEY

http://shastaabbey.org/pdf/shoboAll.pdfhttp://shastaabbey.org/pdf/shoboAll.pdf


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